lunes, 2 de noviembre de 2009

Lima ciudad de los reyes y de santos y no tan santos.













El señor Torres mira el panorama que tiene enfrente, es primero de Noviembre, día de todos los santos o de los muertos como también se le conoce.
Rápidamente se pone presto para el trabajo, el es guardián del Cementerio El Ángel hace más de cuarenta años, y tiene cincuenta y cinco. Conoce muy bien a los dueños de los mausoleos, e incluso ha estado presente en el entierro de los que alguna vez vio comprar el terreno, en el que edificarían su última morada. Sobre su cuello cuelga un crucifijo y cuando le preguntan si es para protegerse de los muertos, el simplemente sonríe y afirma que prácticamente ellos se lo han regalado.
Quizás su afirmación sea cierta, ya que el cuenta que se encontró el crucifijo en una de las tumbas y que lo lleva desde aquel día, como a su vez expone que los muertos no son peligrosos, y añade que lo que verdaderamente le asusta es la maldad de ciertas personas, también cuenta que el trabajo que desempeña es un trabajo familiar, ya que su padre fue guardián de ciertos mausoleos, a la vez que su hijo ya se desempeña en la venta de flores, por lo que podría decirse que la familia Torres vive rodeada de la muerte.
Lima como toda ciudad enorme crece constantemente, y al crecer en población incrementa logicamente su tasa de muertes, por lo cual se debe tener en claro, que el primero de Noviembre no es cualquier día, sino que es el día donde más personas se pueden reunir a visitar al ser querido que ya no se encuentra en este mundo, y como Lima es una ciudad cosmopolita, pues simplemente se debe tener en cuenta que las costumbre de rememorar al ser querido es variable, dependiendo de la procedencia y raíces del fallecido.
Es así que toda la avenida Ancash, también conocida como Cementerio cada año en el primer día de Noviembre se llena de cientos de vendedores de comida, bebidas, juegos y hasta artículos de limpieza, lo cual habla mucho de la diversidad de nuestra gente, otro aspecto importante, que se debe resaltar, es que este día es la clara demostración que afirma la Peruanización de nuestra ciudad, refiriéndome a la venta de los panes dulces ayacuchanos conocidos como wawa, la venta de caldo de cabeza de cordero, cuy frito o una deliciosa pachamanca, que no son platos netamente limeños, pero que se han adaptado con facilidad.
Ya dentro del cementerio se puede ver la enorme cruz, que todo Cementerio tiene para poder rezar y colocar flores, si es que se tiene un familiar enterrado en otro camposanto, cruz que parece un símil del muro de los lamentos, ya que no son pocos los que se arrodillan y lloran ante la cruz extrañando claramente al pariente fallecido.
Las orquestas, que llevan música a delivery a los nichos y mausoleos, no se hacen esperar, y las hay de diversos géneros, para los que en vida fueron amantes de las rancheras, huaynos o cumbias, por solo cinco soles tienen música para su prolongado descanso...
Cerca del Cementerio en los Barrios Altos, salen las andas de San Judas Tadeo, quizás por estos días el santo más solicitado por la población, ya que es conocido como patrón de los imposibles, y además santo del trabajo, sustantivo que muchos piden a gritos, ante ciertas incompetencias del gobierno. San Judas sale magnífico , y su vez a veinte minutos de distancia se encuentra el Señor de los Milagros, para despedirse de sus fieles devotos, que como canta su himno han acudido en procesión a esperar su bendición.
En el Cementerio, el asunto va tomando cuerpo, muchos familiares se aglomeran frente a la tumba del ser perdido, se ven cajas de cerveza, botellas de ron o de chicha en algunos casos. Los comerciantes ambulantes logran burlar el cerco policial y entran al Cementerio a vender sus productos, por lo cual no es raro ver a algunos chicos llevando la cerveza a pedido a algún pabellón en particular. Increíble.
El señor Torres, no se inmuta y responde, que todos los años es lo mismo, y que para el Noviembre es su Agosto también. Rápidamente podemos saber porque, es el día donde ve a sus clientes en conjunto, así que más por bien que mal consigue cobrar por lo menos la mitad de sus servicios prestados.
Las personas se siguen reuniendo, aunque ya anochece, se venden dulces y café para calmar el sueño. De antemano se sabe que la celebración por los muertos y los santos durará hasta el día siguiente, y es que nuestra ciudad se regocija en sus tradiciones, y el incumplirlas es sinónimo de falta de identidad, lo cual habla muy bien de un tradicionalismo limeño.
Finalmente se debe resaltar la seguridad que se le dá a este evento, que de ser mayor podría reunir gran cantidad de turistas el próximo año, ya que como es sabido con publicidad y precaución todo es realizable.
Ante esto, el señor Torres se frota las manos y practica algunos verbos en inglés, le escuchamos decir: Big Big Money. Y si señor Torres, nadie más que usted se lo merece, paciencia amigo que quizás el próximo año sea mucho mejor.




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