jueves, 5 de noviembre de 2009

El Señor de los Milagros: Su gran milagro, unificar una ciudad.






Sin lugar a dudas, lo mejor que nos pudo haber dejado la colonización española, fue la fusión cultural, la cual se dio entre la cultura nativa y la forastera, siendo en este caso, el término forastero bien empleado, pues no solamente fueron españoles los que llegaron a suelo peruano, sino también japoneses, chinos y africanos por mencionar a algunos, que han hecho del Perú y de Lima una de las ciudades con mayor diversidad cultural del planeta.
Se habla mucho de que Lima es una ciudad cosmopolita, a lo que algunos añaden que no tiene una identidad propia, y que se divide cuando hay un partido de fútbol entre Universitario y el Alianza Lima, pero ningún limeño que se jacte de serlo puede negar, que alguna vez ha visto a las sagradas andas del Señor de los Milagros en procesión, aquellas procesiones largas repletas de personajes dignos de una pintura de Goya por lo real y no actuado de sus acciones, con lo que con total seguridad se puede afirmar, que Lima entera y porque no el Perú entero, se unifica bajo la influencia del llamado Cristo Morado.
Para remontarnos a su creación, debemos ubicarnos en el contexto de una colonización en plena efervescencia, tras las sangrientas guerras civiles y las rebeliones indígenas. Algunos necesitaban creer en algo ya que el clima era insostenible, por un lado el poder central no se establecía del todo, con peleas dentro de su propio núcleo, rebeliones indígenas, y a su vez barcos piratas amenazando la ciudad haciendo de Lima, uno de los lugares menos seguros del mundo, por lo tanto el nacimiento de una tradición religiosa era inminente.
Bajo este contexto, una vez pasado todo clima adverso, se empezó a producir enormemente en la ciudad, y es así que la esclavitud se volvió una cruel realidad, previamente debemos saber que los esclavos africanos eran traídos por comerciantes portugueses, y que sus procedencias eran diversas: Congos, Mantengas, Bozales, Cambundas, Misangas, Mozambiques, Terranovas, Carabalíes, Lúcumos, Minas y Angolas, habitaban la ciudad siendo tratados de una manera inhumana, refugiándose algunos en alejadas partes de la aún pequeña ciudad.
Fue en el barrio de Pachacamilla, que actualmente cruza la avenida Tacna, donde también se ubica el templo del Señor de los Milagros, que un Angola pintó a Cristo en la cruz, pero un Cristo de características especiales, este Cristo no era blanco y de cabellos castaños, como los que se exhibían en las iglesias bajo un concepto claramente renacentista, pues mostraban a un Cristo de características griegas más que palestinas, sino que era un Cristo moreno y ante el, cientos de Angolas se inclinaban y también venían algunos indios a adorar la imagen, pero se debe tener una clara idea de esto. Para inicios del siglo XVI el Catolicismo, no estaba del todo arraigado entre indios y esclavos, y es más que evidente saber, que al adorar a esa pared de adobe, se adoraba a algún ídolo africano para los Angolas y lo que fue un templo a Pachacámac para los indígenas, pero sea lo que fuese la imagen tuvo gran popularidad, que llegó a los oídos del virrey, quien no estaba dispuesto a tolerar muestras de herejía, obviamente este discurso era una máscara ante su temor que indígenas y negros formaran una alianza, que pusiera en peligro el establecimiento de la colonia más rica y productiva de España en América.
Pero, tras su intento fallido de borrar la imagen, no tuvo más que ceder ante la presión popular. Cabe resaltar, que para ese entonces ya había sucedido el terremoto de 1655, el cual destruyó casi toda la ciudad dejando en pie a la sagrada imagen de adobe, santa representación, que también quedo ilesa, tras el maremoto de octubre de 1687 que destruyó el Callao y la mitad de Lima, siendo de inmediato ordenada la creación de una réplica en oleó de la imagen, para que recorriera la ciudad, y protegiera a sus habitantes. Quedando dispuesto como días de salida los 18 y 19 de Octubre, fechas que hasta el día de hoy se respetan, como días centrales de la fiesta del Cristo Moreno.
Conforme pasaron los años, la procesión y el culto al Señor de los Milagros se fue popularizando en todo el virreinato, llegando gente de lugares tan lejanos , como México a rendirle homenaje, ya que su fama de conceder milagros se iba extendiendo a pasos agigantados. Se debe tener en cuenta que fue un laico, llamado Antonio León, quien construyó un pequeño altar en torno a la imagen. Acción, que fue seguida por la del cuarto mayordomo de la imagen Sebastián de Antuñano y Rivas, quien compró los terrenos aledaños a lo que es hoy el convento de las Nazarenas, y construyó el primer templo, que sufrió graves daños tras los terremotos mencionados. Finalmente fue el virrey Amat, quien mandó a construir el templo actual, que ha resistido las furias de la naturaleza en reiteradas ocasiones, quedando milagrosamente de pie.
Es así, que el Señor de los Milagros cumple su gran milagro, muy aparte de cumplir las peticiones de sus miles de devotos, ha logrado algo impensable y lo sigue haciendo, pues más que un símbolo religioso, es un patrimonio cultural, ya que es impresionante los tipos de realidades, que se pueden observar en una procesión, desde su creación unificando a indígenas y negros, hasta los días de hoy, donde se pueden ver a personas de bajísimos recursos alternando con la llamada clase alta limeña, algo que solo bajo la imagen del Cristo moreno se puede lograr. Si bien se dice que fue un flanco de adoración de indígenas y negros, para asolapar sus antiguas creencias. Firmemente se puede establecer, que fue un regalo del cielo, el cual tenía un claro mensaje, el de unificar a las razas en una sola, en un solo país, en un solo sentimiento, y pues cada año en Octubre, se puede decir que lo que se cree una utopía se vuelve realidad, entre el morado de la fiesta del Cristo de Pachacamilla.


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